viernes, 4 de septiembre de 2020

Ella le contaba cuentos


        Creo estuvo culminando ella la primaria. Y él recién en primer grado de primaria. Eran los tiempos en que leer un libro se hacía con tanta concentración, y más cuando poseían unos párrafos con ideas que envolvían para saber qué pasaba al final. Pablito era el libro que el pequeño tomaba de la primaria y leía, adelantando las lecturas que el maestro aún no trataba. 

        En casa, en el estante exactamente, habían otros documentos en blanco y negro con dibujos de seres vivos como animales y plantas. También, en el mismo estante, había un sector especial en la que se lograba ver dos libros de sexualidad o si queremos llamarle educación sexual. El pequeño no podía si quiera ver, aunque eso no importaba por ahora.

        Una época dorada donde ver Tv la familia se sentaba junta a mirar los programas y si había tarea era bien difícil que ese aparato eléctrico esté prendido. Llegaba la noche y el papá, si se hallaba en casa, daba la orden de ir a descansar. Algunas tareas requerían más horas para estar despierto.

        Pero regresemos lo que les decía al principio. Cuando el pequeño hermano necesitaba ir a descansar se cansaba leyendo y para estar más a gusto pedía a su hermana se lo lea. No importaba si el día anterior le había leído. Era necesario leer otra vez. No recuerda cuántas veces había leído entre primer y segundo grado de primaria los libros del momento, aunque sí recuerda que fueron varias veces. 

        Una tarde, mientras su mamá se hallaba despiojando a una de sus hijas (no la antes mencionada), el pequeño tiende a conversar con esta otra hermana suya:

- Toma este libro y comprueba que lo sé

- Haber empieza (eligió al azar una página).

        El pequeño muy orgulloso comenzó a relatar un cuento llamado "El zorro y la luna" de memoria pero entendiendo de qué trata el cuento. La madre entonces exclamó:

- ¡Ves lo que te dije! ¡Él lo sabe!

Una noche, ya de sueño él, se fue a acostar al primer cuarto que da a la sala; no obstante, llamó a su otra hermana de la que veníamos hablando iniciando esta historia. 

- Cuéntame cuentos.

- Pero te vas a dormir como la otra vez (responde enojada).

- Esta vez estaré despierto.

- Si te duermes. Nunca más te voy a leer.

- No, no...esta vez no me dormiré

        Recuerda él que la última vez que le leía su hermana una historia, la luz del cuarto estaba prendida. Pasó uno de los familiares y ella le pidió que se apagara el fluorescente del cuarto. La sala que proyectaba su luz un poquito al cuarto, tenía la Tv encendida y frente a este algunos integrantes de la familia apreciando un programa. Ella mientras leía una historia con voz suave, al pequeño se le iban cerrando los ojos. El pequeño no pudo más y se quedó dormido.

        La Historia es una de las ciencias que más me gusta y el gusto por enseñar apareció en mí cuando estuve en la primaria. Aprendí a dibujar aquellos llamados dibujos animados y los cuentos fueron mi fascinación. Han pasado 39 años y recién me pregunto cómo hizo mi hermana para leer aquella historia con el libro abierto en sus manos si el cuarto estaba a oscuras. Sólo me río por recién entender que fui engañado y que ella fue ingeniosa para contar una historia de un libro que también conocía bien para que yo me duerma.

        Mi hermana Belcy sí que supo llevar la situación cuando yo era pequeño; y yo al saber escuchar sus narraciones, me ayudó a reforzar la futura profesión que ahora gozo.


Autor: Victor Miguel Núñez Bartolo.