miércoles, 24 de enero de 2018

La importancia de ser enterrados en nuestra tierra

        Tantas tradiciones andinas se han perdido en su originalidad pero a través de la transculturización siguen vigentes. Una de ellas es el entierro de los queridos difuntos culminando con un banquete a todos los asistentes. La honra así continua recordándolos a la semana, al mes, al medio año y al año según decisión de sus descendientes.
Pasando por los grandes señores y señoras hasta las personas de la masa popular del valle Chicama, eran enterradas respetando tradiciones con la idea que ellos están viviendo aunque de manera transformada desde el más allá. Para ellos no morían, seguían existiendo, estaban ahí listos para aconsejarles y/o reprenderles.

        Cuando falleció mamá quizá no estábamos preparados para que en una semana ella llegue a ingresar a aquella morada blanca. No obstante; nunca imaginamos que nuestra madre deba estar ubicada en tal alta construcción. Llegamos a la Oficina de Rentas de la Municipalidad, teníamos ya la idea de verla a una altura que la mayoría de la familia pueda tocarla, pueda ofrendar flores, velas, renovar el pintado de su lugar de reposo, etc. Nos chocamos con que no había ese lugar deseado. Sí, no había otro pabellón mortuorio que cumpla las expectativas.

        En la antigüedad era un orgullo que los grandes señores y señoras del Perú autóctono estén sus tumbas ubicadas en lo alto de los centros ceremoniales; pero existían rampas para llegar hasta allí. La gente de clase baja solía tenerlas en suelos planos donde en lo profundo descansaban sus ancestros. Una dualidad interesante. Hoy en día, por ahorro de espacios, se usa la cremación aunque no en nuestra tierra local, Cartavio.

        ¿Por qué es importante ser enterrados en nuestra tierra o la tierra que nos vio trabajar? Porque llega a ser tu Patria Chica, añoras a tus abuelos, padres que fueron criados aquí aunque no hayan nacido aquí. Porque fue el lugar donde a pesar de haber tenido problemas entendemos que dejas valiosos recuerdos de quienes te amaron a su modo, de los que te guiaron para ser grande. En suma; porque los sientes vivos.

        Así como exigimos respeto a nuestros semejantes cuando vivimos, también debemos exigir respeto por los que están pronto a morir y por nuestros difuntos recientes. Un cementerio es tan necesario, como tener una casa donde poder vivir. Un cementerio es un lugar para nuestros paisanos que viven descansando por “allá”, es un reposo envidiado por muchos que sufrimos mientras vivimos “aquí”.

Al mes del entierro de la mamá, vi que sacaban unos antiguos cuerpos bajo tierra para trasladarlos a otros nichos vacíos. Se iba a construir un nuevo pabellón de nichos. También he visto el caso de un difunto que siendo conocido más en Cartavio fue llevado a Santiago de Cao para enterrarlo. Consideré que era por el hecho de que los escasos nichos disponibles se encontraban muy altos. En estos momentos siendo ya enero de 2018, el cementerio que data de 1930, está llegando al punto del hacinamiento. Ya no hay casi espacio. Pronto necesitaremos otro lugar de entierro a los futuros cuerpos. Nuestras autoridades políticas, deben entender que los ciudadanos merecemos poseer de antemano un lugar para el descanso definitivo del cuerpo físico, de lo contrario se faltaría el respeto a nuestros ancestros y a aquellos que dejaremos esta tierra en algún momento.


        Con este escrito no pretendo hacer la vida imposible a mis autoridades, solo quiero que sean empáticos y regresen al pensar de la honra que nuestros antepasados moches y chimúes tenían por sus difuntos. 

La toma fotográfica se hizo a una altura de 1.75 cm aproximadamente.
Imaginen los únicos nichos que habían y hay hasta ahora
en ese único pabellón
Foto: Miguel Núñez B.